martes

El Camino en Invierno.

Caminar en invierno es una gozada. Siempre lo comparo, el que haya estado en la universidad lo entenderá, con las clases de mañana y de tarde; las últimas siempre gozaban de un especial encanto, la gente más amable y responsable, compañerismo y humildad abundaban, mientras que por la mañana no eran muy frecuentes estos valores. 

Pues lo mismo pasa con el camino en invierno. Si bien, a Dios gracias, nunca he caminado en verano, no puedo imaginarme peregrinando en tal estación, albergues llenos, prisas, bares abarrotados, falta de amabilidad y de soledad, malas caras, calor, bullicio, jarana, turigrinos…. En cambio en invierno, con los únicos “inconvenientes” de unas condiciones imprevisibles y  algunos bares y albergues cerrados, es un placer andar por un camino cuyo ritmo marcas tú, y no, el tener que llegar antes que nadie. La amabilidad de los vecinos inmejorable, bares solitarios con un servicio único, albergues a tu entera disposición, hospitalidad en cada rincón,  la camaradería entre peregrinos excepcional, la soledad te busca y la amistad la encuentras, y porque no, el frío ahuyenta los malos pensamientos. Nada como pararse en medio del camino, respirar hondo y que el sol de invierno te acaricie el rostro.

Para muestra este reportaje de TVE que os dejo:







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