viernes

ETAPA: PEDROUZO-SANTIAGO DE COMPOSTELA. 20Km.

“Una búsqueda, un camino jalonado de señales, de encuentros misteriosos, de pruebas, donde los elementos y los hombre se conjugan para despojar al peregrino, primero de lo superfluo, luego de lo necesario para al final, de acuerdo con la ley del camino, dejarlo en Santiago, solo, frente al Único.”

Hoy es el día, hoy si Dios quiere llegará a buen puerto esta ruta de búsqueda. Un día antes de lo esperado. Esta sensación de alegría y tristeza se aprecia en cada uno de nosotros. La sensación de haber aprovechado cada instante, de comerse la vida, de los momentos compartidos con los que son ahora amigos, los ratos de soledad, la lluvia en tu cara, el sol tras la niebla, el frío de la mañana, el calor de un buen fuego, los olores y sabores, colores imposibles, paisajes inolvidables, pueblos de piedra y niebla, la música del paisaje, el silencio….tantas cosas que hoy acaban¡¡¡ es por ello que hoy el trayecto, rodeado al inicio por árboles inmensos, y luego por los edificios de Santiago, se hace extraño, duro.

Caminé todo el día en soledad con la única compañía de la lluvia y llegué a la ciudad a media mañana, buscando con la mirada las torres de la catedral, para orientarme, pues con los nervios no ves las señales. En ello me crucé con Alberto que estaba buscando con una inmensa sonrisa el albergue. Después de darle un fuerte abrazo lo deje en su tarea, pues ahora tocaba abrazar al Apóstol. Y allí estaba, la catedral de Santiago, la que ha recibido durante cientos de años, al cansado peregrino que la mira con ojos reventados de alegría. Era el momento de orar y dar gracias a Dios y al Apóstol por todo vivido.

Después de haberme emborrachado de arte que desprende cada piedra de la catedral mas bella que haya visto, obtenida mi compostelana y mientras paseaba por las calles de esta maravillosa ciudad, me tropecé con unos jacobipetas conocidos, el trío español-argentino-húngaro, y nos dirigimos a la fonda peregrina por antonomasia, Casa Manolo donde nos ofreció un trato cercano, un menú suculento y un orujo que necesitaba a tres personas para tomarlo, uno para beber y dos para llevar el enfermo.

Y como suele suceder en este camino, que sin esperarlo y entre tanta gente, me encontré por las calles a Dino y viendo que el albergue abierto mas próximo era el del Monte do Gozo, decidimos darnos una ducha como Dios manda, y dormir en unas buenas camas. Así que nos fuimos a un hostal y tras cenar dormimos como bebes.

Enseñanza del día: lo que era un sueño, se hace realidad con esfuerzo.
Momento del día: mirar hacia arriba y ver la catedral, con los ojos reventados de alegría.