lunes

ETAPA: SAMOS-PORTOMARIN. 37Km.

“Antes que tu, otros se pusieron en camino.
Como ellos se apoyaron sobre el bastón,
Apóyate sobre la experiencia de los ancianos.
El éxodo nunca se hace en soledad, pero solo tu caminaras
Por los caminos de tu propio corazón donde el Todo-otro se revelara.”


Un nuevo día amanecía con niebla, y tras desayunar unos tazones de café con leche y mandar unas postales, Dino y yo nos encaminamos hacia nuestra próxima meta del día, que no era otra que el lugar en que decidieran pararse nuestros pies. Mi particular americano, con su habituales “yo pienso, probablemente” me empujaba a caminar y como si nos conociéramos de siempre, tanto el como yo no teníamos que decirnos nada para saber cuando necesitábamos caminar solos.
Otra vez el camino se hace al andar, acompañado de la hermosura de estas tierras gallegas, que regalan a los sentidos todo un abanico de placeres. Ahora entendía lo que había leído: durante el caminar, la mezcla del cansancio acumulado y soledad, el contacto con la naturaleza y la historia de este camino, se mezclan para provocar una inmensa sensación de libertad. Es cuando dejas de pensar, de reflexionar los motivos que te han hecho emprender el camino y te encuentras a ti mismo.


Además, cuando llegaba el momento de necesitar la presencia de alguna persona, aparecían por el camino tanto Dino como Alberto,” tanto monta monta tanto” para regalarte un poco de charla. O te encontrabas a uno comiendo cacahuetes a la vera de la vía del tren, o te alcanzaba el otro cuando huía del ladrido de los perros.
Entre verdes prados, mojones, tanto de piedra como de “animal”, cruceiros y arroyos, te ibas encontrando con verdaderas joyas del románico gallego, como la maravillosa iglesia de Santiago en Barbadelo del siglo XII, o ciudades históricas como Sarria.
En este trayecto te vas dando cuenta ya de la proximidad del fin del camino, pues cerca de A brea esta el mojón que te indica que solamente te quedan cien kilómetros para Santiago, y esta proximidad invisible de aquello que buscas, te empuja a aprovechar cada paso que das, cada bocado que das al día.


Ya en Ferrerios, y viendo que no había nadie por este albergue me dije que había que esforzarse por llegar antes de anochecer a Portomarin, pues allí con seguridad estarían mis compañeros paseando por esta tierra de buenos aguardientes, con una maravillosa iglesia fortificada del siglo XII y rodeada por el rió Miño.
Una vez en el albergue, echa la colada y puesta a secar en los radiadores, me fui con Dino a darnos un homenaje culinario en un restaurante de comidas caseras, con nuestros dos platos, vino, postre y orujo, acompañado con una buena conversación, gracias a que mi americano hablaba algo de español…porque mi ingles estaba estancado en el embalse del río Miño.


Enseñanza del día: El camino te devuelve incrementado todo lo que tú has dado.
Momento del día: andar en soledad, caminar contigo mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario