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LLEGADA A PONFERRADA

“El peregrino es un hombre que camina, o mas bien un hombre que ha vuelto a aprender a caminar dejando de lado sus “muletas” cotidianas.”



Descartada la posibilidad de realizar la ruta de las estrellas en sus 29 o 30 días como Dios manda, la vida laboral lo impide, decidí emprender mi caminata desde Ponferrada, en la provincia de León, y a unos 202 kilómetros de la tumba del apóstol. Solo disponía de ocho jornadas para recorrer el máximo de kilómetros que me permitieran mis piernas, y al final, hasta me sobró un día.
A primera hora de la mañana llegué a la capital del Bierzo que me recibía como es su costumbre, envuelta en niebla y ocultándose tímidamente al ojo del visitante. Había llegado la hora de cargar mi mochila de siete kilos y medio, cargada de ropa de invierno y de mucha ilusión. Así que me dirigí al refugio de San Nicolás de Flüe que está en la otra esquina de la ciudad para pillar cama, pues después del largo viaje el cuerpo gritaba descanso. Una vez allí tuve el primer encuentro peregrino, una brasileño que empezó con 15 kilos de mochila desde Roncesvalles hasta que facturó la mitad, un vasco y un extremeño, una vez me cuentan sus odiseas me dan dos buenos consejos: que me deshaga de mis camisetas de algodón (difíciles de secar con este frío) y que me haga de unos buenos pantalones para la lluvia, pues no solo llueve de arriba abajo y mi capa poco resguarda.


En mi día de obligado descanso, decidí visitar esta emblemática ciudad y sus monumentos mas característicos, destacando el Castillo de los Templarios del siglo XIII vinculado a la Orden monástica de los monjes guerreros del Temple o la basílica de Nuestra Señora de la Encina patrona del Bierzo y Ponferrada y que se dice que fue encontrada por un caballero del Temple, en el interior de una encina, cuando los freires buscan madera con que levantar los muros de su fortaleza.
Ya en el refugio conocí al hospitalero, de nacionalidad italiana que me invitó a no regirme por las guías, sino hacer los kilómetros que me pida el cuerpo y al ritmo que decidan mis pies, que ya se encargará el camino de ponerme en el lugar adecuado. Echa la cena entre la torre de babel que era el albergue, con el propósito de repasar mi ingles, y una vez caldeado al calor de la chimenea, decidí irme a dormir temprano que toca diana.


Momento del día: el placer de estar sentado al sol del Bierzo.

Enseñanza del día: tener los oídos bien abiertos a los buenos consejos.